domingo, 9 de diciembre de 2012

Capítulo 1.


Para saber más sobre esta autora pincha AQUI

1

Soy un demonio. Soy frío. Soy un asesino. Soy un sicario.

Eso es lo que soy. No me arrepiento de ello, lo veo como algo bastante natural tanto como matar. No es algo tan malo. Traumatizante al principio, frío al final. No sientes nada. Únicamente necesitas ejercer un poco de presión en el gatillo de la pistola y ella sola hará el resto. Quizás es el momento de los novatos, se ven obligados a enfrentarse contra su conciencia dudando si apretarlo o no apretarlo. Yo no soy una excepción, también dude la primera vez, pero una vez que lo hice mi conciencia no volvió a ser un problema. Seguramente el alcohol me ayudo bastante a soportar la primera noche.
Aquel bar lleno de hermosas damas eran una buena distracción y el vaso de vodka de mi mano aun más. Las damiselas se acercaban a mí y me susurraban como bellas gatitas al oído cosas que mejor no mencionar. Me preguntaban mi nombre, me llamaban amo. Me sentía deseado como todo hombre en aquella situación, tampoco resultaba especialmente difícil dejarse llevar por el deseo. Yo, en cambio, les susurraba mi nombre, pero ninguna entendía. Un juego muy difícil para esas mininas lindas.

- <<Joya divina, ¿cuál es tu profecía?
Alma eterna, te veo cada noche caminos.
Reina de mis sueños vuelve ya.
Esperando por ti llevo meses ya.
De modo no me hagas más esperar.>>

Incomprendido como era, deje de hablar y comencé a actuar.
Fue una noche agridulce. Memoria y actuación entrelazadas, mala combinación.

Esta noche también había sido agridulce. La preocupación me había impedido descansar como debía. No la conseguía encontrar. Dichosa, ¿cómo se las apañaba para esconderse de mí? Yo, el Gran Sicario, de los mejores en mi clase, no conseguía encontrar a una pequeñita criatura que me aseguraría la vida.
Pero, poco quedaba para que la encontrara. El cerco se iba cerrando cada vez más.
No pude disimular una sonrisa ante este pensamiento.
Sí, la encontraré y salvaré mi vida. Puede que hasta me plantee otras cuestiones.
- Esas señoritas estaban muy animadas está noche, ¿no?
Mire hacía delante. Tormento 2 estaba al acecho ¿No podía dejarme en paz ni siquiera una noche?
-No deberías frecuentar estos sitios, perjudicaran tu imagen.
- ¿Desde cuando nos importa nuestra imagen?
- Desde que yo estoy aquí- respondió sonriendo como si hubiera descubierto una gran verdad.
- Con algo me tendré que desahogar. Además de este método todos salimos ganando.
- Hay otras formas...Como encontrarla.
Eso me cabreó, pero solo pude sonreír. Dejarlo a medias de la conversación era lo mejor que podía hacer.
-Ahora voy a Kentwood, por allí al parecer hay algo.
- ¿No irás antes al Pentágono? Te están esperando hace días.
- No es a mí a quién esperan.
- Cierto, pero al menos deberías presentarte.
- No tengo por qué. No creo que les interese perder a alguien compatible con su gran raza de alfas.
- No eres el único compatible con ella.
Me gire y lo miré a los ojos. No parecían muy amigables y menos amigable debí parecer yo al contestarle:
- Es mía. Me la asignaron a mí y me pertenece.
- Las cosas siempre pueden cambiar no lo olvides.
- Busca a tu asignación- fue lo ultimo que le dije antes de salir de aquel callejón.
No me gustaba la competencia, nunca me ha gustado. Prefería hacer las cosas tranquilamente, sin prisas. Pero ahora me presionaban, querían que la encontrara ya. Eso iba a hacer porque tenía una corazonada. Ya sabía donde estaba.
Había encontrado a mi presa.

0 comentarios:

Publicar un comentario

Twitter Delicious Facebook Digg Stumbleupon Favorites More

 
Design by Free WordPress Themes | Bloggerized by Lasantha - Premium Blogger Themes | Bluehost