Prefacio.

Prefacio.

Año 2075.


Jamás había entendido cómo podían vivir. A las afueras de la realidad. Tendrían que cambiar el significado a eso de “Vives en las nubes”. Nunca había comprendido como seguían tranquilos, sin saber que la incertidumbre asediaba sus vidas.

De haber sido uno de ellos, ahora mis entrañas estarían exprimidas por una serpiente que se enrosca hasta morir asfixiado. La serpiente de la tentación. Y es que si crees en Dios, tienes que creer en el Demonio. O viceversa. 

No hay nada más natural que el final. El final de todo. Los humanos nos empeñamos en hacer las cosas a nuestra manera, sin volver la vista y sin comprender que hay algo que se acumula detrás de tanto egocentrismo. Y esa acumulación de perjuicios e inmundicia es la naturaleza. O más comúnmente dicho; El Demonio.

Cierto. Nunca se habló así de susodicha fuerza. Supongo que, amigo, a ti no te gustaría que la llamáramos así. Aunque ella misma te cabo tu tumba. Tal vez fuera mejor así. O quizás te gustaría saber cómo es este lugar. Aquí no hay ‘Pentágonos’, apenas tenemos gobiernos, ni religión, ni orden. Por eso, pienso, que este hubiera sido tu lugar. Nuestro lugar. 

Tampoco te culpo si no me respondes. Lo comprendo. No necesito explicaciones, pues esta carta jamás será enviada. Sólo quiero que pienses en mi, allí donde estés, no importa si está lejos, pues hemos descubierto que la vida jamás se extinguirá. Tu sigues vivo amigo. Aquí, en esta carta. Pero creo que es hora de que descanses y dejes de torturarte por no haberlo conseguido. Por no haberme vencido. Deja de que ese lúgubre lugar te arrastre al infierno. Sé que estás atado a él. Por muchos motivos. Pero piénsalo; También estas atado aquí, donde me encuentro, por mi.

Voy a ser realista. No te lo mereces. Ni este lugar ni otro, pero sé que nunca un lugar te corresponderá más que allí. Arriba, más aún de donde me encuentro. Donde te dejaré volar y por una vez, pondrás tú las normas. 

Eres un alma libre. Y te debo mis excusas. Deja vivir en paz a un anciano, detrás de mi queda una vida tormentosa. Llena de heridas que temo nunca cicatrizar. Deja por un lado mi soberbia y mis subordinaciones hacia ti. Deja de lado nuestras diferencias y céntrate en lo parecidos que somos. Sicarios. En un mundo donde el tiempo corre y no se para. Emergieron nuestros instintos animales por conseguir a la hembra perfecta. Porque sabíamos que así, todos nos salvaríamos. Pero no es así. Tú pensaste como siempre piensas; para ti y para los demás. Pero la gente como yo, que viene a decir toda, pensamos en nosotros mismos en la hora de la verdad. Nosotros y sólo nosotros, y al resto del mundo que les jodan. Si te digo la verdad: Siempre te envidié. Eras la única persona que me hacía pensar que el mundo no se acababa. Que existía algo más que eso. Algo que compartir después de la muerte. Pero muy pronto me di cuenta de lo que hacías porque yo también empecé a hacerlo. Y es que nunca pensabas en un final. Pensaban en presente, en ahora, en el momento. El futuro no te importaba, a veces, asomaba por la esquina. Pero siempre se mantenía a la vuelta. Para ti nunca era tarde.

Por eso te escribí. 

Nunca es tarde para arreglar los errores. Soy un neumático pinchado por el egocentrismo y con este manuscrito, pretendo que me peguen un parche para o perder más aire.

El tiempo no para. Tampoco aquí. Y siento que ahora está yendo más veloz. ¿Será que perezco? Ojalá. Quiero encontrarte ya. Aunque el demonio quiera arrastrarme al infierno, yo te encontraré. Porque al fin y al cabo: No somos tan diferentes.


Hasta siempre, Zac.  

 ______________________________O_______________________________

~Escritora: Carla Spinella. (C. Spinella)

PROXIMAMENTE PODRÁS LEER LA SINOPSIS.

Twitter Delicious Facebook Digg Stumbleupon Favorites More

 
Design by Free WordPress Themes | Bloggerized by Lasantha - Premium Blogger Themes | Bluehost